Hola, soy Manu.
Sí, ese estúpido romántico que ya conoces. Siempre se me ocurre algo bonito para cada ocasión, pero es que, además, cada cosa que se me ocurre la siento desde dentro... Cariñoso, detallista, romántico, sensible, apasionado, atento, dulce y todas esas cualidades que a cualquier persona le gustaría que tuviese la pareja de su hija. Pero... déjame que hoy te cuente un secreto que hasta ahora era inconfesable, y que te lo descubro porque ya no me quedan dudas, ni la menor duda de que siempre será así.
Y mi secreto es que no me fío de las mujeres. DE NINGUNA. Que conste que a mi madre la quiero con locura, porque me dio lo más preciado que tengo. Que conste que a mi hermana la quiero sobremanera porque siempre dedicó su vida a facilitarme la mía, y nunca sabré ni podré agradecérselo. Y que conste que a mi hijita de 11 años la adoro, porque es mi mayor don. Y ellas tres son las mujeres más maravillosas del mundo. Pero de ninguna que pudiera ser la cuarta me fío. DE NINGUNA.
Sin las mujeres el mundo sería gris, las flores serían cardos borriqueros, el verano sería invierno y la primavera no sería nada porque no existiría la primavera, las canciones no tendrían letras, las motos serían monoplazas y no serían divertidas, y el cabello de ángel sería caspa del demonio... Las mujeres son todas maravillosas. TODAS. Pero ojito... ya no me fío de ellas. DE NINGUNA.
Te dicen cosas y te las crees. Te miran y te lo crees. Te sonríen y te lo crees. Te besan y te quieres morir... Pero ya no confío en ellas. EN NINGUNA.
Cualquiera diría que estoy dolido. Y sí, estoy dolido. Efectivamente me duele la tendinitis que tengo en mi antebrazo izquierdo; aunque tampoco me duele tanto.
Las hay bajas y altas; las hay rellenitas y delgadas; las hay morenas y rubias y castañas y pelirrojas y con mechas y con más mechas y sin ellas; las hay inteligentes, más inteligentes y extremadamente inteligentes; las hay guapas y más guapas... Hay mujeres de todas las clases. Pero todas, absolutamente todas, sin excepción alguna, tienen una cualidad común: te hacen sufrir y te hacen llorar si tienes nombre de varón. Todas lo han hecho o lo harán alguna vez. TODAS. Y la que no esté de acuerdo es porque o bien no lo sabe, o bien lo desconoce; pero ella misma también... Ésta es una cualidad propia de las mujeres. DE TODAS. Y algún día, los investigadores descubrirán el gen que gobierna esta peculiaridad.
A ti mujer, te amaré como nadie te ha amado jamás y como nadie te amará nunca. Ni siquiera te imaginas que se pueda amar de esa manera como yo te amaré. Pero... nunca me fiaré de ti. NUNCA.
Hasta cuando sea. Necesito un respiro.
Sí, ese estúpido romántico que ya conoces. Siempre se me ocurre algo bonito para cada ocasión, pero es que, además, cada cosa que se me ocurre la siento desde dentro... Cariñoso, detallista, romántico, sensible, apasionado, atento, dulce y todas esas cualidades que a cualquier persona le gustaría que tuviese la pareja de su hija. Pero... déjame que hoy te cuente un secreto que hasta ahora era inconfesable, y que te lo descubro porque ya no me quedan dudas, ni la menor duda de que siempre será así.
Y mi secreto es que no me fío de las mujeres. DE NINGUNA. Que conste que a mi madre la quiero con locura, porque me dio lo más preciado que tengo. Que conste que a mi hermana la quiero sobremanera porque siempre dedicó su vida a facilitarme la mía, y nunca sabré ni podré agradecérselo. Y que conste que a mi hijita de 11 años la adoro, porque es mi mayor don. Y ellas tres son las mujeres más maravillosas del mundo. Pero de ninguna que pudiera ser la cuarta me fío. DE NINGUNA.
Sin las mujeres el mundo sería gris, las flores serían cardos borriqueros, el verano sería invierno y la primavera no sería nada porque no existiría la primavera, las canciones no tendrían letras, las motos serían monoplazas y no serían divertidas, y el cabello de ángel sería caspa del demonio... Las mujeres son todas maravillosas. TODAS. Pero ojito... ya no me fío de ellas. DE NINGUNA.
Te dicen cosas y te las crees. Te miran y te lo crees. Te sonríen y te lo crees. Te besan y te quieres morir... Pero ya no confío en ellas. EN NINGUNA.
Cualquiera diría que estoy dolido. Y sí, estoy dolido. Efectivamente me duele la tendinitis que tengo en mi antebrazo izquierdo; aunque tampoco me duele tanto.
Las hay bajas y altas; las hay rellenitas y delgadas; las hay morenas y rubias y castañas y pelirrojas y con mechas y con más mechas y sin ellas; las hay inteligentes, más inteligentes y extremadamente inteligentes; las hay guapas y más guapas... Hay mujeres de todas las clases. Pero todas, absolutamente todas, sin excepción alguna, tienen una cualidad común: te hacen sufrir y te hacen llorar si tienes nombre de varón. Todas lo han hecho o lo harán alguna vez. TODAS. Y la que no esté de acuerdo es porque o bien no lo sabe, o bien lo desconoce; pero ella misma también... Ésta es una cualidad propia de las mujeres. DE TODAS. Y algún día, los investigadores descubrirán el gen que gobierna esta peculiaridad.
A ti mujer, te amaré como nadie te ha amado jamás y como nadie te amará nunca. Ni siquiera te imaginas que se pueda amar de esa manera como yo te amaré. Pero... nunca me fiaré de ti. NUNCA.
Hasta cuando sea. Necesito un respiro.