Mayte y Miguel estaban paseando en un centro comercial de Jerez. Miguel estaba impaciente, no dejaba de mirar impulsivamente su reloj, deseando encarecidamente que fueran las 21,00 h. Además, de forma disimulada, procuraba no alejarse de la joyería del pasillo principal. Y por fin, un minuto más tarde de la hora prevista sonó por megafonía: “Din don dinnnnn. Atención, tengo un mensaje muy importante para Mayte: ¿quieres casarte con Miguel? Si la respuesta es sí, por favor, entra en la joyería".
Mientras Mayte sonreía llorando y totalmente sonrojada, se abrazaba a Miguel, quién portándola en brazos y sin importarle un bledo la presencia de la gente que aplaudía, entró en la joyería como un romántico campeón, dónde el dependiente, un hombre con aspecto bonachón, les esperaba con una bandeja de plata, en el que había un precioso anillo y dos copas llenas de cava fresquito...
En fin, el resto... prefiero que lo imagines tú. ¿Que no?
Hasta mañana, y gracias.
Mientras Mayte sonreía llorando y totalmente sonrojada, se abrazaba a Miguel, quién portándola en brazos y sin importarle un bledo la presencia de la gente que aplaudía, entró en la joyería como un romántico campeón, dónde el dependiente, un hombre con aspecto bonachón, les esperaba con una bandeja de plata, en el que había un precioso anillo y dos copas llenas de cava fresquito...
En fin, el resto... prefiero que lo imagines tú. ¿Que no?
Hasta mañana, y gracias.