jueves, 11 de septiembre de 2008

Consejo romántico número 245. Nunca permitáis que se pierda la chispa, la frescura y la gracia de los detalles sorpresa...

Esta mañana, una persona muy allegada a mí ha recibido una llamada telefónica mientras estaba a mi lado. Yo estaba enfrascado en mi trabajo, sin embargo, a pesar de lo educado y discreto que soy... no pude evitar escuchar parte de la conversación. Se trataba de su novio, que le llamó para preguntarle no sé qué, sobre unas gafas que tenía que comprar no sé cuándo, en no sé dónde... Cuando la conversación telefónica hubo terminado, ella estaba un poco ofuscada, porque su chico la había puesto así, o al menos eso me dijo...

Ella se desahogó conmigo y me lo contó todo. En resumen se trataba de que su novio tenía que ir hoy a comprarle las gafas de sol que a ella le gustaban para que él se las regalara el próximo sábado, que será el día de su santo.

Me imagino la escena... él entregándole a ella un regalo que espera y que ella misma eligió. Confío en que al menos él se haya ocupado de elegir un bonito papel de regalo... De cualquier manera el chico es un gran tipo. Yo lo conozco. Pero... ¿dónde quedó el romanticismo del principio?

Por mucho tiempo que pase, una de esas cosas que no se deben perder jamás es el encanto, el embrujo, el estímulo, la emoción y la inquietud que genera recibir un regalo sorpresa.

En este blog hemos dicho en infinidad de ocasiones que el romanticismo no consiste en regalar cosas materiales. Es más, sabemos que los regalos materiales están en decadencia cada vez más. Lo que nuestra pareja espera de nosotros no son regalos, sino más de nosotros mismos. No obstante, tampoco significa esto que no podamos hacerle regalos. Lo que sí significa es que cuando lo hagamos no debe ser una obligación marcada por el calendario, sino porque nos lo pide el cuerpo. Y por supuesto, tiene que ser una sorpresa inesperada.

Mi consejo de hoy es muy previsible: nunca permitáis que se pierda la chispa, la frescura y la gracia de los detalles sorpresa. Y si habéis caído en las garras de esa mala costumbre de pediros los regalos, nunca es tarde para librarse de ella. La próxima vez que le tengas que hacer un regalo a tu pareja, no sólo no le preguntes que es lo que debes comprarle, sino que debes aparentar que se te ha olvidado. Sólo así volverás a aquellos maravillosos y sorpresivos tiempos. Y si tu pareja te pregunta que qué es lo que quieres o necesitas, no caigas en el error de contárselo. Oblígala a que se “estruje la sesera” en descubrirlo por si misma.

En fin, me imagino sus caras de “sorpresa” el próximo sábado...

Muchas gracias por seguir aquí, y hasta mañana. No me falles.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola olita ....

Upss casi me iba sin dejar mi comentario. Sí, es que hoy me marcho antes de la oficina ya que esta semana he echado más horas de la cuenta jejejeje.

Bueno Manu, decirle a la persona que trabaja contigo, que tiene mucha suerte de tenerte como compañero de trabajo jjejeje. Lo que no entiendo es como teniendo al maestro del romanticismo tan cerca no haya aprendido la lección ejejejej.

Bueno sea lo que sea que su chico se lo debería de haber currado más. Y aunque al principio yo tmb era así ya estoy cambiando.

Besitos y hasta el lunes

Anónimo dijo...

Holaaa!!!!donde anada toda la famili?ahora que yo consigo dejar por aqui algo...desapareceis?jaja,es broma.Espero que estemos todos pronto,esto tiene que subir como sea.Que poca delicadeza por parte de ese chico al no intentar sorprender a su pareja,habrá que decirle que entre por aquí de vez en cuando para que tome nota de la cantidad de cosas y formas con las que sorprender a su chica,sin que ella lo sepa,Manu...si le conoces,avisalé.Noche estoy de acuerdo contigo que cualquier persona que trabaje junto a Manu es afortunad@,nosotros lo somos por tenerle aquí.Bueno...me voy al curro un dia más,que dicho de paso,me gusta,aunque acabe rota,jaja,pero me hace no pensar en cosas que no debo.Besotes enormes para tod@s,hasta pronto,tambien para ti Manu,ok?chaitoooo.