Consejo romántico número 106. Que se quiten los toros y el fútbol...

Hace unos meses, a Miguel le costaba mucho madrugar por las mañanas. Supongo que era porque sabía que tras levantarse tenía que ir a trabajar. No es que su trabajo no le gustara; de hecho, se dedica a lo que le gusta desde hace varios años. Un día, concretamente un martes, Miguel se despertó antes de que sonara el dichoso despertador. Cuando vio a Mayte le pareció tan hermosa que no pudo evitar besarla en su hombro derecho. Este beso le llevó a otro, y el otro a una caricia, y la caricia le llevó a destaparla y así siguió hasta que ella se despertó. Lógicamente, ella no se molestó, sino todo lo contrario. Se sintió muy reconfortada al darse cuenta de que su chico llevaba no se sabe cuánto tiempo sobándola de lo lindo. Al cabo de un rato estaban haciendo el amor. Incluso llegaron un poco tarde al trabajo. Esto sí que es saber distinguir las prioridades...

Os cuento esto porque, desde aquél martes, todos los días entre semana, no casi todos, sino todos los días entre semana, uno de los dos se despierta antes y besa al otro; un beso lleva a otro, otro a otro... después las caricias... hasta que acaban abrazados amándose apasionadamente. Desde aquel día Miguel no se volvió a quejar de sus madrugones matinales. Es más, ahora se despierta una hora antes, lo que significa que duerme una hora menos, y encima, llega más descansado y feliz al trabajo. Por supuesto, rinde más y por ende gana más dinero...

Si es que no puede ser... Donde está una buena sesión de Amor apasionado que se quiten los toros y el fútbol, ¿Qué no?

Ya sabes cuál es el consejo romántico de hoy... Mañana volveré con otro.

Por cierto, si no has participado en el sorteo de los libros, te recomiendo que leas los consejos de ayer y de anteayer...

Hasta mañana, gracias.