miércoles, 5 de marzo de 2008

Consejo romántico número 64. Fulanita, Menganito...

Hay gente que se lamenta de que no tiene memoria para los nombres, que los olvida muy fácilmente, y que por eso nunca recuerda cómo se llaman las personas que han conocido recientemente. Yo pienso que no hay nadie con vacío de memoria para los nombres. Es más, pienso que todo el mundo tiene memoria suficiente, lo que pasa a veces, es que en cuanto un dato se nos atasca, nos rendimos y no seguimos buscando en el disco duro de nuestra cabeza. Y así, pasamos el tiempo creyendo que no tenemos memoria...

¿Por qué se olvidan entonces los nombres?

En muchas ocasiones, cuando conocemos a alguien, no prestamos la suficiente atención cuando nos dice cómo se llama y por eso no lo recordamos pasados unos minutos. Siempre que tenemos enfrente a alguien que acabamos de conocer, nos distraemos tratando de agradarle y de que nos vea bien, nos retocamos el pelo, la ropa... y sonreímos. Durante estos primeros instantes prestamos más atención a muchas otras cosas en vez de atender a su nombre.

Para cualquiera, su propio nombre es una de las palabras más importantes y más dulces que puede escuchar. Sin embargo, hay personas a las que no les gusta su nombre de pila y prefieren que la llamen por algún apodo o diminutivo. Cada cual tiene derecho de escoger su propia identidad. Por eso, llama a la gente como a ella le gusta que la llamen.

Si quieres influir en alguien o que cualquier persona tome en cuenta lo que dices o simplemente quieres comunicarte mejor, es importante que conozcas el nombre de las personas con las que te rodeas (o su apodo) y que lo pronuncies a menudo, pero sin pasarte...

Te recomiendo que cuando conozcas a alguien prestes atención a su nombre. Y cuando te lo diga, mírala o míralo a los ojos para concentrar tus sentidos de la vista y del oído; y repítelo mentalmente al menos 3 veces. Luego, pronúncialo varias veces durante la conversación. Te aseguro que jamás olvidarás el nombre de esa persona.

Yo, particularmente, me siento muy bien cuando alguien me habla llamándome por mi nombre, consigue que me sienta importante, apreciado, considerado. Y me gusta incluso sabiendo que algunas y algunos lo hacen precisamente para agradarme, porque pretenden venderme algo...

Y hablando de romanticismo... ¿Sabes cuándo me gusta escuchar mi nombre más que en ninguna otra ocasión? Pues sí, cuando estoy haciendo el Amor. En ese momento, mi nombre suena mejor que nunca. Me hace sentir de una manera muy especial. Por eso, mi consejo romántico de hoy es: pronuncia su nombre muy a menudo mientras hagáis el Amor. Tanto si tu pareja sabe esto, como si no, también le encantará que lo hagas...

Hasta mañana, y gracias.

Por cierto, ¿me has contestado ya por correo electrónico a la pregunta que os lancé anteayer? Por favor, si no lo has hecho todavía, te ruego que me contestes enviándome una correo a mpuntomoreno@gmail.com

Nos vemos mañana aquí mismo.

No hay comentarios: