viernes, 8 de agosto de 2008

Consejo romántico número 213. Marchando otra de comunicación...

Parece que los duendecillos anti-románticos están conspirando contra mí. Y lo malo no es eso. Lo mano es que lo están consiguiendo. Me he puesto a las 23,30h delante de mi ordenador para escribir la sugerencia romántica de esta noche, y no me podía conectar a Internet. He hecho todo lo que estaba en mi mano, pero me ha resultado imposible entrar en la red. De hecho, una vez que me rendí, llamé al servicio técnico de mi proveedor de Internet, y cual sería mi sorpresa cuando me informaron de que desde las 21,30h de ayer jueves ha habido una incidencia masiva en toda la provincia de Cádiz. Por tanto, todas aquellas personas que vivan en Cádiz y que sean clientes del mismo proveedor que yo, sabrán de qué les hablo. No obstante, una vez más, y aunque no haya sido culpa mía, os ruego perdón; y lo hago con la tranquilidad de saber que me lo dispensaréis. Y creedme: no soy sospechoso de faltar a mi palabra, salvo cuando causas mayores me lo impiden.

Y volviendo a lo que nos incumbe... Sin duda, uno de los elementos más importantes de la relación de pareja feliz es la comunicación. Pero comunicarse no es sólo hablar. Hay quien se pasa todo el tiempo charlando con su pareja; sin embargo, no la hace partícipe de todo lo que le pasa realmente, de sus sentimientos, de sus sueños, de sus ilusiones, de sus dichas, de sus problemas... Por tanto, charla mucho, pero... charla de qué, cómo, cuándo...

Comunicarse en pareja no significa que ambas personas deban pasarse todo el tiempo hablando; a veces, los silencios pueden ser iguales de comunicativos o más.

Por otra parte, si se desea establecer una comunicación eficaz con la pareja se necesita una gran dosis de humildad: hay que admitir los propios errores cuando se cometan; hay que pedir perdón cuando sea necesario; hay que ser consciente de que no somos infalibles y de que existe la posibilidad de equivocarse, por tanto, hay que admitirlo cuando la pareja tiene razón, o cuando por lo menos, sabemos que no la tenemos nosotros...

También es bueno para la comunicación en pareja no guardarse para sí ningún conflicto no solucionado. Cuando algún comportamiento de la pareja nos haya molestado debemos pararnos por un momento a pensar qué es exactamente lo que nos ha incomodado. Y sólo cuando tengamos las ideas muy claras debemos explicárselo sin tapujos, aunque de forma cordial y amorosa. Si en vez de esto, nos lo reservamos, acabaremos con una larga lista de agravios y rencores no resueltos y acumulados.

Cada persona tiene su propia forma de ver la vida y las cosas. Esa es una de las grandezas del ser humano: la unicidad de criterios, de pensamientos y de opiniones. Y es lícito y legítimo que nuestra pareja entienda las cosas a su propia manera, lo cual no significa que no nos ame, porque no las entienda como nosotros. Compartir los diferentes puntos de vista y “negociarlos” (nunca discutiendo) es la mejor manera de que ambos lleguen a un acuerdo satisfactorio para los dos.

Si pase lo que pase, siempre acabamos pensando en lo equivocada que está nuestra pareja, en lo injusta que es o en lo mucho que nos fastidia su punto de vista, debemos pararnos y reflexionar en el hecho de que lo que sucede realmente es que hay alguna diferencia entre nosotros que debemos trabajar para resolverla.

Comunicación es en gran medida saber escuchar a la pareja, tratando de comprender su punto de vista, aunque no lo compartamos. Si por el contrario, nos empeñamos en contradecirle y replicarle, o en obligarle a que adopte nuestra postura, sólo conseguiremos alejarnos de ella. Para escuchar de forma eficaz y amorosa hay que mostrar un interés y respeto genuino y sincero por sus opiniones. De esta manera, tendremos más posibilidades de que nos escuche a nosotros y de que nuestros puntos de vista se aproximen en vez de alejarse. Por eso, la mejor actitud a la hora de comunicarse con la persona amada es la de “primero yo escucho tu opinión y tu punto de vista, con el objetivo de entenderlo, y luego yo te daré el mío".

Otra cosa eficacísima para la comunicación en la relación amorosa es hacer preguntas. Haz tantas pregunta como consideres necesarias hasta que consigas comprender correctamente su punto de vista. Ponte en su lugar y averigua lo que siente. Asegúrate de que le has entendido, exponiendo a continuación con tus propias palabras lo que crees que quiere decir. Esto se consigue con la frase mágica: “Amor, a ver si te he entendido bien... Creo que lo que quieres decir es que...”. Si estás en lo cierto, ¡genial! Y si no, le estás dando la oportunidad de aclarar un malentendido, antes de que vaya a mayores.

A veces, incluso puede que la pareja no tenga muy claro lo que le pasa realmente. Debemos ayudarle a descubrirlo. Y una ayuda muy efectiva consiste en hacerle preguntas.

Una vez que hayáis comprendido mutuamente ambos puntos de vista, debéis llegar a un acuerdo. Por ejemplo, si a uno le gusta gastar el dinero y disfrutar de él mientras se tenga, pero para su pareja es muy importante ahorrar, un acuerdo satisfactorio para ambos podría ser ahorrar una determinada cantidad de dinero cada mes y lo que sobre se puede gastar al gusto de ambos.

Es importante que no tratemos de resolver todos los problemas de la pareja antes de haberla escuchado y entendido lo que le pasa y lo que siente. Sólo después, podremos ofrécele nuestra ayuda o nuestro consejo. Y mejor aún si nos lo pide previamente. Hay que tener en cuenta que, a lo mejor, sólo necesita nuestra comprensión y nuestro apoyo, no que le resolvamos el problema.

Hasta mañana, que será hoy mismo. Espero que los duendecillos no puedan conmigo la próxima vez...

Gracias.

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