domingo, 10 de agosto de 2008

Consejo romántico número 216. ¿Y ahora qué hago... (o qué digo)?

Hay determinadas ocasiones en las que una persona debería saber qué hacer y qué decir. Situaciones en las que resulta un gran dilema decidir cómo reaccionar. Sin embargo, en muchas otras ocasiones el dilema se genera dentro la propia persona, cuando se plantea la dichosa pregunta: “¿Y ahora qué hago... (o qué digo)?”. Claro, está buscando una respuesta en su cabeza. Cuando te encuentres en una de estas situaciones críticas, no te hagas esa pregunta. Y si te la haces, busca la respuesta donde realmente está, en tu corazón. Simplemente déjate llevar por tu corazón para que él te lleve hacia la solución de tu dilema...

Déjame ilustrarles con un caso real una de esas situaciones a las que me refiero...:

Un amigo mío, lleva unos días enfadado con la mujer que tanto ama. Y hace unos cinco días que ninguno de los dos sabe nada del otro. Los dos están esperando a ver quién da el primer paso. Ambos piensan que su pareja (o en este caso ex pareja, porque lo han dejado) no le ama realmente, porque no da señales de vida, porque puede pasar tan ricamente sin el otro. Sin embargo, cada uno de ellos está teniendo el comportamiento que tanto critica del otro.

¿Se aman y son orgullosos, o no se aman realmente y por eso pueden estar sin la otra persona? No conozco la respuesta a esta pregunta. Sin embargo, de conocerla lo antes posible se trata la cuestión.

¿Es en este momento adecuado usar la cabeza (el orgullo) o es mejor dejarse llevar por los sentimientos de Amor? Sin duda, la respuesta a esta otra pregunta si la conozco y es clara: tanto si se aman como si no, la manera de averiguarlo es dando el paso del acercamiento hacia el otro. ¿Quién debe darlo? No importa quién de los dos lo haga. Por supuesto, el que mueva la primera ficha ni está sucumbiendo ni cediendo ni claudicando ni se está humillando... El Amor está por encima de todo eso.

Ojo, también hay excepciones. Hay casos en los que la ruptura fue motivada por el comportamiento de uno de los dos, y en esos casos, quizá (repito, quizá) si está un poco más claro quién deba dar el primer paso hacia delante. Pero en todo caso, cualquiera de los dos debería hacerlo... ¡YA!, sin más demora, en pro de esa bonita historia de Amor que ambos estaban narrando...

Y si la relación se debe romper en firme, también es conveniente que se haga lo antes posible, para que ninguno de los dos esté esperando esperanzada o esperanzado en otra oportunidad que a lo peor no va a llegar.

Hasta mañana, que volveré con alguna otra cosa sobre el Amor y el Romanticismo.

Gracias, y te recuerdo que voy a empezar a trabajar para ayudar a los “singles” a encontrar pareja. Te ruego que leas el consejo romántico número 214 del viernes 8 de agosto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dice Manu que no se nace siendo romántico, que no se trae de serie, sino que es una actitud, es un hábito que se adquiere.
Yo no sé que grado de romanticismo tengo, creo que lo soy, que es fundamental para ser feliz, y tengo muy claro lo importante que es mi pareja, e intento ser todo lo cariñoso y detallista que puedo con ella, ella es fundamental para mi felicidad.
Pero todo eso, cuando tenía uso de razón, ya lo tenía muy claro, ¿lo traería de serie? , al contrario de lo que Manu piensa. Claro que no, pero casi. Casi, por que lo he adquirido sin darme cuenta, porque lo he vivido, aprendido y visto desde que nací. Yo he crecido viendo a diario caricias, besos y piropos, no tengo más remedio que ser así, me han hecho así, me han educado así.
Y de todo esto la culpa la tiene una sola persona, mi MADRE. Por supuesto que mi padre ha puesto lo suyo, y mucho, sobre todo en la época que han vivido, pero el romanticismo lo ha puesto en sus vidas mi madre, no lo ha puesto, lo sigue poniendo a diario. Tienen 69 y 79 años, y no pasa un día que no le de 50 besos y 50 caricias, y no pasa ni un solo día que le diga lo guapo y lo enamorada que está de él.
Desde muy pequeño creía que eso era lo normal, eso que yo veía en mi casa, pero con el paso del tiempo, me daba cuenta que yo era un privilegiado, que todo ese amor que yo vivía en casa, no lo podían disfrutar todos los niños. Tenían quizás más dinero, veían mucho más a su padre, el mío llegaba por la noche de trabajar, y tenían más juguetes que yo, o más ropa o podían viajar, pero sin embargo yo era más feliz, entonces no llegaba a entender porqué, no sabía que lo que yo tenía y a ellos, en muchos casos, les faltaba eran los ingredientes fundamentales para ser felices.
Por eso hoy me vais a disculpar que mi comentario no sea sobre el consejo de Manu, que se lo merece todos los días, y van 4 días a 0 comentarios, sino que sea un agradecimiento a mis padres, sobre todo a mi madre, ella me ha enseñado como hay que afrontar las adversidades, como disfrutar de todos los buenos momentos, el que hoy tenga tan claro que hay que hacer a diario para ser feliz, con imitarlos me moriré siendo y haciendo a mi familia feliz.
Animo mamá, porque hoy más que nunca nos hace falta el amor que siempre nos has dado, y sin el que no podemos pasar.
Gracias y disculpa Manu por usar tu página, pero ella simplemente es el perfecto ejemplo de romanticismo.
Hasta mañana amigo.
Alberto