Consejo romántico número 159. Antes de actuar, cuenta hasta...

Hay quien defiende que la relación perfecta es aquella en la que nunca se producen discusiones y que la ausencia de conflictos es la mejor manera de conseguir que una relación sea perdurable. Sin embargo, al otro lado hay quien argumenta que la relación ideal es aquella en la que se pelean a diario, que se lanzan los trastos a la cabeza, porque eso denota que la relación está viva y no se pierde el interés. En la vida real, los extremos nunca son recomendables. Una relación en la que no hay dos puntos de vista diferentes se debilita en el hastío, en la monotonía y en el aburrimiento; mientras que otra relación inmersa en las discusiones y en los conflictos, acaba reventando en el momento menos esperado, rompiendo con todo, incluido con el Amor, el Romanticismo y la Magia.

Si hay algo que nunca funciona en la pareja es la discusión. Recomiendo encarecidamente a todas las parejas del mundo que no discutan jamás, bajo ningún concepto. Es bueno que se negocie, por supuesto, con el fin de llegar a un acuerdo satisfactorio para las dos personas; sin utilizar en ningún momento la agresión ni la amenaza; defendiendo el propio punto de vista y respetando el de la pareja. Para eso, no debemos pretender tener siempre la última palabra. El respeto es esencial para que la relación perdure, y para ello hay que estar dispuesto a escuchar y, quizá, a aceptar los propios errores.

Por otro lado, si hay algo que realmente funciona siempre en la pareja es el buen humor. Disfrutar de la prelación proporcionando bienestar a la persona amada es una actitud contagiosa. Reír juntos y encontrarle siempre el lado divertido a los enfados no sólo une, sino que también ayuda a conocer mucho mejor a la pareja y, lo que es más importante, a mantenernos unidos de forma amorosa y feliz.

El comportamiento se contagia. Tanto si lo sabemos como si no; tanto si lo creemos como si no, el comportamiento se contagia. Por tanto, ten cuidado y no te dejes contagiar por el comportamiento de tu pareja cuando éste no sea el adecuado.

Muchas personas no se dan cuenta de los efectos que su comportamiento genera en el de su pareja. El comportamiento es una fuerza poderosa que se puede utilizar positiva o negativamente. En cualquier tipo de conflicto cada persona puede elegir la actitud con la que lo va a afrontar; y esa actitud elegida puede cambiar la situación y resultar ventajosa para las dos partes; puede entorpecer o ayudarnos en nuestra relación amorosa.

El comportamiento, a diferencia de lo que muchas personas creen, no se hereda ni es un acto reflejo como pestañear. Nosotros elegimos en cada momento cómo comportarnos. Hay que elegir bien y nunca hay motivo suficiente para que no cambiemos algunos comportamientos inadecuados. El secreto está en pensar en las posibilidades que tendremos si elegimos nuestro comportamiento en vez de actuar de forma espontánea. Esta capacidad es una de las pocas que nos diferencia del resto de los animales...

Mi consejo romántico de hoy es sencillo: antes de actuar... cuenta hasta 10, hasta 100, hasta 1.000, o hasta lo que haga falta para que te dé tiempo de elegir la respuesta adecuada, que nunca es perder el talante.

Gracias por estar ahí. Hasta mañana, que volveré con otra sugerencia romántica.