miércoles, 20 de febrero de 2008

Consejo romántico número 50. Mmm, qué rico masaje...

Compartir un masaje con la pareja favorece la comunicación y el conocimiento pleno de la otra persona.

Y la buena noticia es que para dar un buen masaje no se necesita ser una experta ni un experto masajista. Basta con tener ganas de darlo, prestar atención al lenguaje corporal de la pareja y aprender a disfrutar de darlo tanto como de recibirlo; así surgirá en nosotros la paciencia y la disposición para dedicarle el tiempo necesario.

El masaje es una de las mejores maneras de explorar y conocer el cuerpo de la persona amada. Se puede (y se debe) recorrer mutuamente cada milímetro de la piel.

Con el masaje se logra una relajación física (relajar las tensiones de un duro día) y es una manera deliciosa para prepararse para la relación amoroso-sexual. No obstante, es necesario tener en cuenta que el masaje no siempre debe tener una finalidad sexual, sino que puede ser sencillamente una forma íntima, dulce, sensual y divertida de comunicarse con la pareja.

El masaje debe disfrutarlo en la misma medida tanto quien lo recibe como quien lo da.

¿Cómo debe ser una sesión perfecta de masaje romántico?

Una ducha previa bien caliente ayuda. Mejor aún si os ducháis juntos, así se va preparando el momento culminante: el masaje. Un masaje dado de forma adecuada puede excitar al máximo a las dos personas; aunque repito, el objetivo del masaje no debe ser siempre sexual.

No se puede dar obligado, tampoco debe ser recibido de forma forzada. Lo ideal es que los dos estéis dispuestos y motivados.

Aunque tu pareja siempre tenga el detalle de darte el masaje, no debes ser egoísta, intercambiad los papeles: una vez tú y otra vez tu pareja.

Algunos consejos para preparar el ambiente:

Una vez elegido el lugar adecuado (el dormitorio: confortable y tranquilo), se deben evitar las prisas y las interrupciones. Al masaje hay que dedicarle un buen rato. Apagad los móviles y por supuesto, la jodida tele.

La luz ambiente debe ser suave, preferiblemente generada con velas. Es ideal poner una música armoniosa. La temperatura ambiente debe ser muy cálida: la temperatura ideal es aquella en la que os sintáis a gusto desnudos.

Poneos sobre la cama. Mejor si el colchón es algo duro.

El que lo da se puede colocar encima de su pareja, sentada o sentado a horcajadas por debajo de su culete, es decir, como te pones cuando montas a caballo, o sea, rodeándola con tus piernas; también te puedes poner sentada o sentado sobre la cama con las piernas cruzadas; o con tus rodillas flexionadas y a la altura de su cabeza. Tapa las zonas que no estés masajeando en el caso de que tu pareja tenga frío.

Ni que decir tiene que no se debe dar el masaje sobre aquellas zonas irritadas o infectadas. Tampoco cuando nuestra pareja tenga fiebre. Ni si se tiene alguna zona inflamada, ni si se tienen varices. Tampoco si le duele la espalda. Y si nuestra pareja está tomando algún tratamiento médico es conveniente consultarlo antes con el doctor.

Esto es para los hombres: no se debe presionar con fuerza los huesos, sólo las zonas blanditas.

Para que el masaje sea más fluido y agradable se deben usar aceites aromáticos especiales para masajes (mejor que cualquier crema hidratante). Incluso los hay con olores y sabores deliciosos... Por supuesto, no se debe usar aceites con olores desagradables para alguno de los dos.

Ojo al detalle: cuando vayas a aplicar el aceite no lo hagas directamente sobre la piel de tu pareja porque puede resultarle algo frío. Mejor póntelo antes en las manos y frótalas hasta ponerlas a una temperatura adecuada. Ahora ya sí puedes extenderlo sobre su cuerpo.

Ufff, mira la hora qué es. Y yo con las manos llenas de aceite... Lo vamos a dejar por hoy, pero como este tema me apasiona, te prometo que seguiré otro día con más cosas interesantes sobre los masajes románticos y sensuales: cómo se dan, y algunos otros trucos.

Hasta mañana, y... Gracias.

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