- Hola, mi vida, te amo.
- Ya lo sé. Yo también te amo.
- Te amo.
- Ya lo sé. ¿No me oíste? Dime algo nuevo, por favor.
- Te amo mucho.
- Ya me lo has dicho infinitas veces. Además, siempre con esa misma expresión en tu cara. Cambiemos de tema, por favor.
- Pero es que te amo tanto...
- Ya me estoy cansando. ¿Acaso no sabes decir otra cosa? Pareces un disco rallado.
- Te amo.
- Ya lo sé, ya lo sé, ya lo sé... Pero hay otras cosas mucho más interesantes de las que podemos hablar, ¿no crees?
- Sí, pero es que te amo mucho.
- No sigas, por favor. El amor no es lo único que hay ahora en mi cabeza. Hay muchas más cosas de las que me gustaría que hablásemos.
- Ya, pero es tanto lo que te amo.
- ¿Te has vuelto loco? Me habían dicho que el amor tiene efecto secundarios en algunas personas. Pero... no me imaginaba que se referían a esto...
- Te amo.
- ¡Ya no lo aguanto más. Se acabó! Esta es la última vez que escucho esa estúpida expresión. Si la vuelves a repetir me marcho.
- Te amo, princesa.
- Pues yo ya no te amo. Esta es mi ultima advertencia. Hablo en serio. ¿Tienes alguna otra cosa que decir?
- Sí. Te amo.
- Adiós. Y es para siempre. Olvídame.
- Pero... yo te amo.
Este diálogo, afortunadamente, es inventado. Cualquier parecido con la realidad no sería una coincidencia, sino una verdadera putada. No obstante, no dista demasiado del trasfondo de muchas conversiones de pareja. Ojalá no te sientas identificada ni identificado. ¿O acaso te reconoces en alguno de los protagonistas? ¿O tal vez has jugado en alguna ocasión en los dos lados de la pista?
Hasta mañana. Y gracias.
- Ya lo sé. Yo también te amo.
- Te amo.
- Ya lo sé. ¿No me oíste? Dime algo nuevo, por favor.
- Te amo mucho.
- Ya me lo has dicho infinitas veces. Además, siempre con esa misma expresión en tu cara. Cambiemos de tema, por favor.
- Pero es que te amo tanto...
- Ya me estoy cansando. ¿Acaso no sabes decir otra cosa? Pareces un disco rallado.
- Te amo.
- Ya lo sé, ya lo sé, ya lo sé... Pero hay otras cosas mucho más interesantes de las que podemos hablar, ¿no crees?
- Sí, pero es que te amo mucho.
- No sigas, por favor. El amor no es lo único que hay ahora en mi cabeza. Hay muchas más cosas de las que me gustaría que hablásemos.
- Ya, pero es tanto lo que te amo.
- ¿Te has vuelto loco? Me habían dicho que el amor tiene efecto secundarios en algunas personas. Pero... no me imaginaba que se referían a esto...
- Te amo.
- ¡Ya no lo aguanto más. Se acabó! Esta es la última vez que escucho esa estúpida expresión. Si la vuelves a repetir me marcho.
- Te amo, princesa.
- Pues yo ya no te amo. Esta es mi ultima advertencia. Hablo en serio. ¿Tienes alguna otra cosa que decir?
- Sí. Te amo.
- Adiós. Y es para siempre. Olvídame.
- Pero... yo te amo.
Este diálogo, afortunadamente, es inventado. Cualquier parecido con la realidad no sería una coincidencia, sino una verdadera putada. No obstante, no dista demasiado del trasfondo de muchas conversiones de pareja. Ojalá no te sientas identificada ni identificado. ¿O acaso te reconoces en alguno de los protagonistas? ¿O tal vez has jugado en alguna ocasión en los dos lados de la pista?
Hasta mañana. Y gracias.
3 comentarios:
Un saludo y hoy le dire mil veces a mi pareja que la amo, al final se acabara riendo y diciendome si estoy loca... no se marchará.
Muakis
El único "consejo" insulso que has escrito...
Hola Manu, es la primera vez que dejo aquí un comentario y espero poder hacerlo más veces. El consejo de hoy me ha resultado interesante, la interpretación que hago del mismo es que si nos limitamos a decir constantemente a nuestra pareja que la amamos, podemos llegar a saturar sus sentidos. Bien es cierto que debemos decírselo de vez en cuando o incluso cada día pero, ¿Acaso no es mejor demostrárselo? Pues las muestras de Amor hacen que se mantenga viva la chispa de la relación día tras día.
Un saludo de Beatriz de Granada
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