miércoles, 9 de julio de 2008

Consejo romántico número 190. ¡No me jodas más, corazón...!

Cuando algo nos produce algún tipo de dolor físico necesitamos un alivio inmediato. Por ejemplo, si nos pinchamos en el pie solemos reaccionar de forma instintiva retirándolo del elemento punzante y enseguida nos llevamos la mano hacia la herida.

En cambio, cuando nos duele el alma, cuando nos duele el corazón (y no me refiero al que bombea sangre, sino al otro, al que se enamora...), reaccionamos de manera parecida, pero nunca nos da los resultados deseados. Cuando nos duele el corazón deseamos encarecidamente, sin demora, que eso que nos produce dolor desaparezca de forma inmediata. Por ejemplo, si la pareja nos abandona, sólo deseamos que vuelva con nosotros. Esto es lo único que nos produce alivio inmediato. Posiblemente no sea lo mejor, sin embargo, en nuestra mente no cabe otra posibilidad. Ni si siquiera somos capaces de imaginar olvidarla. Es en este momento cuando deberíamos ser capaces de diferenciar lo que nos dicta nuestro corazón de lo que nos marca nuestra mente.

Si nos guiamos sólo por nuestro corazón podemos meter la pata. El motivo es evidente: el corazón no piensa... Para pensar ya contamos con la mente. El corazón se diseñó y se creo sólo para sentir. Que no es tarea fácil. Y por si fuera poco, además de que el corazón no razona, en este momento está malherido. Es lo mismo que si intentamos oler con las orejas, y encima si éstas están heridas...

En estos momento en el que nuestro corazón está lastimado es muy habitual que los demás nos bombardeen con consejos. Claro, ellas y ellos, con sus corazones totalmente sanos se atreven a decirnos qué debemos hacer... Sin embargo, ellas y ellos, en nuestras mismas circunstancias no actuarían como ahora nos recomiendan a nosotros. Como reza el dicho popular: “los toros se ven mejor desde la barrera”.

De manera que cuando la pareja nos abandona, y sentimos ese deseo irrefrenable de escuchar su voz, nuestro corazón se posa en nuestro hombro y nos susurra: ¡Llámala ahora mismo, no esperes más! Cuando sentimos esas ganas de verla, nos dice: ¡Ve a buscarla, no te demores! Cuando necesitamos que nos quiera, nos dicta: ¡Mándale inmediatamente un ramo de flores! Y nosotros, antes la necesidad aliviar nuestro dolor de forma inmediata, le hacemos caso. Y es aquí cuando nos metemos en un terreno pantanoso.

Cuando nos duele el corazón o el alma reaccionamos de forma inmediata para que ese dolor se esfume rápidamente. Pero si atajamos por el camino más corto, sentiremos alivio a corto plazo, y estaremos prolongando el dolor a un plazo más largo. Por esto, para aconsejar está la mente, no el corazón. Lo malo es que es muy difícil separar la razón del sentimiento, pero no queda más remedio que hacerlo, para evitar hundimos. No es fácil. Nada fácil. Las cosas importantes no son fáciles. Lo fácil sería guiarnos por el corazón. Pero lamentablemente, esto nunca nos da el resultado que deseamos ni merecemos.

En resumen, querido lector Carlos A., ojalá no te hubieras encontrado nunca en esta tesitura, pero como te ha llegado el momento, di: “Querido corazón, tú mejor apártate y quédate calladito, no opines más. Deja que la mente gestione esta situación, porque tú estás malherido. Mejor descansa y recupérate, tómate unas merecidas vacaciones y coge fuerzas para cuando llegue otra vez el momento de sentir. Apártate y no me jodas más”. Pero cuidado, querido Carlos A., tienes que estar advertido de que tu corazón se hará el sordo y el desentendido y en cuanto te distraigas volverá a meter baza con uno de sus ridículos consejos rápidos. Debes estar alerta para no dejarte sorprender. No te dejes vencer. Más adelante tu corazón agradecerá a tu mente por haberle apartado y haberse hecho cargo de la situación.

Hasta mañana. Y gracias a todas y a todos por estar ahí, y por vuestros correos electrónicos y vuestros comentarios.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola a tod@s! He vuelto hoy de vacaciones de Escocia y acabo de ponerme al día con los consejos que llevaba retrasados de estos días.
Un beso y espero que el verano os esté yendo genial.

Anónimo dijo...

Buenas noches.
Sabes, Manu? ayer estaba leyendo tu blog y me asusté, me faltaba un consejo! el del martes, ¿qué había ocurrido para que nos abandonaras y faltases a tu cita? le dí mil vueltas a la cabeza y al final vi la luz, claro! yo creía que era miércoles!. Luego me reí bastante y me sentí aliviada (seguías cumpliendo con tu palabra).
Me alegra ver que lo que empezó como "una travesura" se ha convertido en algo grande y que por más días que pasan esa cabecita no deja de ser un derroche de ideas.
Sigue así, te mereces lo mejor del mundo.
Besos.

cielo dijo...

Hola,

Totalmente de acuerdo.
Tod@s hemos pasado por la jodida experiencia de que nos dejen y duele muchísimo. En ese momento, sólo queremos estar como estábamos antes, pero nada de eso. ¿Por qué tenemos que ir detrás de alguien que no nos quiere? ¿No es suficiente humillación el que nos hayan dejado? Pues evitemos otra.
Hace unos días, me dio por releer el diario que me escribía con mi ex (hace años) y me dí cuenta de lo estúpida que fui y de cuánto sufrí por todo aquello. Las expectativas frustradas posteriores me hicieron llegar a una reflexión tan obvia como cierta: lo más importante somos nosotros mismos como individuos auto-suficientes e independientes; así que, si antes de tener pareja sobrevivíamos en este mundo, también se puede hacer después. Es incierta esa falsa creencia de que sin la otra persona nuestra vida carece de sentido y motivación. Seamos realistas, lo único que desaparece es el amor de pareja, todo lo demás sigue intacto. Así que, dejad que la mente os guíe en ese infructuoso camino. Al final del sendero, os encontrareis de nuevo con vosotros mismos. Y os permitiréis ser felices.

Un abrazo,
Cielo

Anónimo dijo...

Suerte Carlos A., que hagas lo que hagas sea lo acertado, seguro que te lo mereces.
H.M.A.
Alberto