domingo, 6 de julio de 2008

Consejo romántico número 187. La vida en un simple gesto...

Marcos trabajaba en una agencia de seguros. Y cada día a las 20,00h volvía a casa caminando. Una tarde de julio, al poco de salir de la oficina, advirtió que delante de él también caminaba una chica con un paso ligero. Ella portaba unas bolsas en ambas manos, y debajo de su brazo derecho llevaba una cartera negra, a juego con sus zapatos de tacón. Ella dio un traspié y se le cayeron al suelo la cartera y todas las bolsas. Y Marcos, que era un galán, corrió para socorrerla.

La chica tenía un tipo muy atractivo, pero Marcos no imaginaba que, además, tuviera una cara tan bonita. Él se arrodilló para ayudarla a recoger las cosas que se habían salido de las bolsas. Y como los dos iban en la misma dirección, él se ofreció a llevarle las bolsas más pesadas.

Durante la caminata estuvieron charlando. Marcos supo que ella se llamaba María, que le encantaba bailar, hacer deporte y el cine, que trabajaba de peluquera en un salón de belleza y que acababa de romper con su pareja.

Primero llegaron a casa de María, y le invitó a que entrara para tomar un café. Pasaron una tarde muy agradable charlando y riendo. Y tras intercambiarse los números de teléfono, a eso de las 21,30h, Marcos se fue a su casa.

El viernes de esa misma semana quedaron para salir a cenar. Y al cabo de una cita más, sin darse cuenta, estaban saliendo juntos.

María y Marcos llevan ya tres años de relación, de los cuales, los dos últimos los llevan viviendo juntos.

Anoche estaban cenando en un restaurante italiano, charlando sobre su boda. Están a punto de casarse. Ya sólo faltan tres semanas. Y entre risa y risa, María le recordó aquel día, tres años atrás, en que se habían conocido, y le dijo: “Nunca me preguntaste por qué aquel día volvía a mi casa tan cargada de bolsas”. Marcos permaneció expectante. Y ella continuó diciendo: “Había ido a casa de mi madre para coger sus pastillas para dormir, y volvía a mi casa con intención de suicidarme, cargada con algunas cosas mías que estaban en casa de mi mamá. Pero después de haber pasado aquel maravilloso rato contigo, charlando y riéndonos, me di cuenta de que si me hubiera matado me habría perdido aquellos momentos y muchos otros que podían haberles seguido, y que así han sido... Así que, ya ves, Marcos, aquel día, cuando me recogiste las bolsas del suelo, hiciste mucho más... Me salvaste la vida... GRACIAS. TE AMO”.

Hasta mañana, y gracias por continuar ahí.

2 comentarios:

Jenny Cambara dijo...

Me encanta la historia de este dia.. acabo de ponerme al dia con la lectura de los consejos, pero este fue el que mas me llamo la atencion porque tu nunca sabes lo que puedes hacer por otro con una simple sonrisa o palabra de apoyo...A mi me sucedio algo parecido con mi pareja... habia perdido las fuerzas pero cuando el aparecio en mi vida, senti la fuerza de su amor y eso me devolvio la felicidad...un simple detalle puede cambiarle el mundo a cualquiera... Gracias y hasta pronto!!!

Anónimo dijo...

Absolutamente veraz!!!