lunes, 7 de julio de 2008

Consejo romántico número 188. Antes debemos cambiar nosotras y nosotros mismos...

Estaba María del Carmen esperando a su amiga Gloria en la puerta del supermercado donde ésta trabaja. Habían quedado para ir de compras a las rebajas. Cuando ambas se encontraron, como de costumbre, se abrazaron y se besaron, como si hubiera transcurrido un siglo desde la última vez que se vieron. Sin embargo, nunca pasaba más de dos días sin que quedaran para tomar algo.

Justo después de los saludos y de los arrumacos de rigor, María del Carmen se quedó admirando el anillo tan brillante y bonito que portaba Gloria en uno de sus delgados dedos de la mano izquierda.

— ¡Guau, qué pedazo de anillo!— exclamó María del Carmen.

— Me lo regaló Jorge anteayer— respondió Gloria, asintiendo con su cabeza y portando una sonrisa muy dulce mientras acercaba su mano izquierda a María del Carmen. Ésta, se quedó atónita ante aquel pedrusco tan lindo.

— ¿Y qué celebrabais...? Ya veo que no me cuentas nada, chica.

— No celebrábamos nada —respondió Gloria. Simplemente me preparó una cenita en casa, y entre el segundo plato y el postre se sacó del bolsillo una cajita roja y me la entregó. Yo me quedé tan sorprendida... Y lo más bonito de todo fue lo que ponía en una pequeña nota que iba enroscada dentro de la sortija. En ella decía: gracias por entenderme, por apreciarme, por valorarme, por apoyarme, por amarme...

— ¡Vaya, ojalá...! —continuó María del Carmen con lágrimas en sus hermosos ojos y sin poder terminar su frase.

Gloría estaba segura de que su amiga iba a decir que ojalá ella tuviera también un marido como Jorge. Pero lo que realmente dijo la conmovió profundamente.

—Ojalá yo fuese una esposa como tú —concluyó María del Carmen a duras penas. Gloria la miró, desconcertada, e impulsivamente añadió:

— Ven, vamos a entrar en la heladería para tomarnos una horchata bien fría.

— Sí, por favor. Me encantaría.

Cuando ambas estaban sentadas en una mesa cercana a la puerta, Gloría le preguntó a su amiga:

— ¿Qué querías decir antes con eso de que ojalá fueses una esposa como yo?

María del Carmen esbozó una sonrisa de plástico, para quitarle hierro a la cosa, pero no podía dejar de lagrimar. Con voz temblorosa terminó diciendo:

— Carlos es un hombre maravilloso. Siempre lo fue y siempre lo será. Sin embargo, nunca supe agradecerle todo lo bueno que hizo por mí desde el primer momento en que nos conocimos. Cuando éramos novios, él me llevaba al trabajo cada mañana e iba a recogerme cada tarde, y yo, en vez de agradecérselo, le reprochaba que lo hacía para vigilarme, para controlarme. A cada detalle que tenía conmigo yo siempre le buscaba la parte negativa, y lo malo es que siempre se la encontraba. A partir de un momento, lógicamente, Carlos dejó de ser tan detallista y dejó de demostrarme su Amor, y entonces, empecé a reprocharle que ya no me amaba. Yo no me merezco a un hombre como Carlos, sin embargo, él permanece ahí, cada día y desde el primero. Y sé que me ama, que me adora, que me desea... pero yo no sé corresponderle. Por eso, él no me regala un anillo así... Porque no me lo merezco. Ahora siento envidia sana por ti, pero yo soy la culpable de no ser tan feliz como me gustaría.

Gloria le dio a su amiga un pañuelo de papel, y cuando ésta se enjugó las lágrimas de sus mejillas, espontáneamente, ambas se abrazaron.

— Querida amiga, si de verdad quieres que tu relación de pareja cambie, eres tú la que primero tienes que empezar a cambiar. No esperes de los demás un cambio que tú misma no seas capaz de introducir desde ahora mismo...

— ¡Qué rica está esta horchata! Es la mejor de todo Madrid, ¿verdad? —concluyó María del Carmen sonriendo.

Mañana estaré aquí, con otra sugerencia, o consejo, o historia, o yo qué sé. De lo único que estoy seguro es de que volveré un día más...

Gracias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aunque tarde, no quiero que esta historia quede en el olvido sin comentarla, ya que es de las más reales y bonitas que nos ha regalado Manu.
Desgraciadamente esto que le ha ocurrido a M.Carmen suele ocurrir en las parejas. ¿Porqué es tan común que cuando uno de los dos se entrega tanto a la pareja, no sea correspondido/a? Puede que el otro no esté enamorado, o será que como lo tiene todo desde el principio se sienten con la obligación de seguir recibiéndolo todos los días sin dar nada a cambio.
Yo no sé las mujeres, pero en algunas reuniones de amigos, ¿no os suena la frase? " es que no se puede ser tan bueno con las mujeres".
Pues sí señores, no es que no se pueda ser, es que se debe ser, porque como ocurre en la historia, el problema no es de Carlos, él hizo y seguirá haciendo con muy poco que cambie M.Carmen lo que debe, que no es otra cosa que demostrarle su amor a diario, el problema lo tiene ella, como muy bien se dio cuenta, ya tan solo le queda cambiar.
Aunque a lo mejor no cambia, porque a lo mejor acaba de darse cuenta que no puede, porque a él le sale de su corazón, porque los dos se quieren muchísimo, pero el único que estuvo verdaderamente enamorado fue él.
Pero como esta conclusión no tiene porqué ser la verdadera ni la única, hagamos que el final sea feliz.
Porque a pesar de no tener ningún comentario este consejo, no me puedo creer que muchos de vosotros no os habéis visto reflejados en esta historia, y como, (creo), que una de las finalidades de estos consejos,la mejor, es que nos demos cuenta de lo que estamos dejando de escapar o de llegar a alcanzar, pues ya sabemos, a RECTIFICAR. Porque como bien dice ese famoso refrán “Rectificar es de enamorados”
Hasta mañana amigo/s/as.
Alberto